¿Cómo influirá la inteligencia artificial en el sector laboral?
La inteligencia artificial (IA) abre un debate serio sobre el empleo. ¿Destruirá puestos de trabajo o creará nuevas oportunidades para los trabajadores? Cuando se habla de automatización de procesos se acaba pensando en un aumento de la tasa de desempleados, expulsados de sus puestos por las máquinas.
Realmente pocas veces se reflexiona sobre la realidad de la inteligencia artificial. Sobre todo, se debe recapacitar sobre ciertas herramientas que se utilizan diariamente. Con ellas se hace referencia a una metodología que ya lleva años empleada en el día a día del ciudadano medio.
Algunos ejemplos podrían ser, desde los chatbots de atención al cliente en e-commerce, hasta el ERP o software que planifica e integra los recursos empresariales, pasando por el uso de Siri (asistente virtual de iPhone de Apple) o las recomendaciones según los gustos del cliente realizadas por Netflix.
Si esto se explica al usuario medio, posiblemente se asombraría al hacerle caer en que prácticamente lleva años empleando recursos basados en IA. Lo que ocurre es que, durante años, los científicos y gurús de la tecnología han estado ofreciendo una imagen de la inteligencia artificial muy cinematográfica.
Los usuarios han acabado por asimilar que la IA es un robot con aspecto humano, capaz de adquirir tanta autonomía cognitiva que conseguirá convertirse en líder de una revolución contra la especie.
Sin embargo, la IA no va por ahí. Por lo menos por ahora. Es cierto que se trabaja en algoritmos que vayan adaptándose, cada vez más, a un proceso que permita a la máquina trabajar sin depender de la intervención humana. Sin embargo, el fin principal se basa en la necesidad de mejorar los procesos de trabajo.
De este modo, la máquina estará capacitada para realizar trabajos repetitivos, inseguros o tareas que admiten una automatización y permiten al empleado dedicar su tiempo a otras facetas de su puesto de trabajo.
No se puede dejar de lado el hecho de que es el ser humano el que está trabajando sobre las máquinas. El hombre decide qué desea que aprenda. A partir de ahí, sí que se realiza una labor que permitirá que estas herramientas vayan aprendiendo. Lo harán a través del Big data.
Una ingente cantidad de datos dará al aparato la posibilidad de aprender tras analizar patrones de comportamiento. Por tanto, la pregunta es para las empresas: ¿qué es lo que desean que aprendan sus máquinas?
Los dirigentes siempre podrán elegir cuál es el fin que tendrá la aplicación de IA en sus organizaciones: atención al cliente, mejora del proceso de producción, ayuda al empleado, automatización de procesos de gestión de datos…
Por tanto, es posible ver más allá del enfoque que se le está dando al aprendizaje de las máquinas. No tienen por qué convertirse en robots que roban el empleo a los seres humanos.
Al contrario, se puede decidir qué tipo de aprendizaje se desea para que lo hagan con los trabajadores y para los trabajadores. Siempre con el fin de conseguir una organización y unos procesos de trabajo más rápidos y ágiles.
¿Cómo se puede tranquilizar a los empleados frente a la inteligencia artificial?
Es un proceso pedagógico en el que también deben participar las organizaciones y los organismos. No se trata de sustituir al trabajador por IA. En realidad se debe contemplar la realidad como una ventaja para que los empleados sean liberados de tareas que pueden resultar tediosas, repetitivas y hasta peligrosas para su integridad.
Además, la automatización también generará nuevos puestos de trabajo. Aquellos que deberán supervisar, mantener y modificar los comportamientos de la robótica. Por otro lado, las empresas deberán cualificar a sus plantillas, para que aprovechen al máximo el rendimiento que pueden obtener de las máquinas y cómo servirse de ello.
Este proceso debe ser aplicado empezando por los propios gerentes. La máquina inteligente puede dar sugerencias a la dirección de las empresas. Ello facilitaría la toma de decisiones, ya que dichas sugerencias provienen de un análisis de datos de tal magnitud que el ser humano no está capacitado para realizar.
Otro buen ejemplo, donde la maquina puede ayudar sin necesidad de quitar el empleo a un humano, es en la mejora del trato con el cliente. Serán capaces de sugerir patrones que mejoren la atención al usuario y permitan fidelizar de una manera más satisfactoria para todas las partes.
No obstante, es lógico que el trabajador sienta temor ante el avance de este tipo de tecnología. La posibilidad de verse completamente sustituido por la IA parece pesar como una losa.
¿Cómo podrán convivir maquinas y empleados?
Se puede empezar con un buen ejemplo, el de los chatbots. Los clientes creen estar hablando con un humano cuando, pero en realidad lo están haciendo con un bot. Sí, en este caso se hace referencia a un puesto de trabajo que antes realizaban personas.
De todos modos, ese es otro apartado sobre el que se debe reflexionar. ¿Hay que usar la IA para ayudar al empleado a mejorar su desempeño y el proceso de trabajo? Por el contrario, ¿queremos que la máquina sustituya completamente la mano de obra humana?
Es preciso hacer ver a los empleados que la máquina va a acabar aprendiendo a través de paradigmas. Para ejemplarizar esta situación se puede recurrir a los dispositivos móviles. En unos años, estarán preparados para aprender del usuario.
No lo harán solo de él, también de sus contactos, de sus compañeros de trabajo, de sus jefes… Esta situación no tiene por qué ser contemplada desde el punto de vista de una catástrofe. Todo lo contrario.
La máquina podrá utilizar todos esos datos para ofrecer al trabajador un mejor asesoramiento, que le permita sacar el mayor provecho a su función laboral, aumentar su capacidad de rendimiento, ahorrarle tiempo… En definitiva, máquina y empleado podrán trabajar en estrecha colaboración.
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